¡ Oh Señor de los humanos,
haz que mi amo sea tan fiel
a sus semejantes, como yo
lo soy con él !
Que sea capaz de consagrarse
a sus amigos y a su familia,
como yo me dedico a él. Que
sea franco y sincero como yo;
que sea veraz, para que pueda
conquistar toda la confianza de
los que tratan con él, a la medida
en la que yo creo en él. Dótalo de
una cara llena de optimismo, de
ese optimismo que sólo yo puedo
expresar cuando meneo la cola;
dótalo de un espíritu de gratitud
equivalente al que yo revelo con
mi lengua cuando le lamo.
Llénalo de paciencia igual a la
mía que espero sus pasos pacien-
temente horas enteras, sin
quejarme; llénalo de instinto de
vigilancia, de mi valor y de mi
presteza para sacrificar las
satisfacciones de la vida.
Consérvalo siempre jóven de corazón,
y siempre inspirado en el anhelo de
obrar tan lealmente como yo. Hazlo bueno,
como bueno soy yo, siendo perro.
Hazlo digno de mi, que soy su perro.
No tengo el nombre del autor, si alguien lo sabe, le agradecería mucho que me diga.
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